A principios de año me preguntaron qué significaba para mí tener la oportunidad de trabajar para el equipo Repsol Honda. Significa que toda la faena y sacrificios que he hecho durante años, aunque únicamente haya sido porque es lo que me gusta, ha sido recompensado con estar en el mejor equipo del mundo, rodeado de un montón de gente. Cada uno somos diferentes, tenemos nuestros más y nuestros menos, pero de todos he podido aprender y sigo aprendiendo un montón de cosas, tanto en lo profesional como en lo personal.
La relación de un mecánico con un piloto, normalmente, empieza con el respeto mutuo y, a partir del respeto, se puede extender hasta tener una amistad. Con Nicky hay un respeto mutuo cuando se está trabajando, luego es uno más del equipo. Cuando llega a cada circuito, saluda mecánico por mecánico y se interesa por cómo han ido los días de descanso. Además, cada día, por la mañana y por la noche, se encarga de saludar y agradecer la faena que hemos hecho.Nosotros también estamos agradecidos, porque siempre se esfuerza por conseguir el mejor resultado. A menudo nos hace regalos como ropa o gafas de sol de sus patrocinadores y si viene a cenar con nosotros, nos invita. Le gusta que su gente esté contenta.Cuando ganamos el Mundial el año pasado hubo un estallido de alegría general. Yo me sentí realizado y relajado, porque sabía que había ayudado un poquito a conseguir algo que está al alcance de unos pocos. En nuestro caso, con el paso de las horas, aunque la alegría continúa, se termina el estado de relajación.Pero cuando llegas a casa, tus familiares y amigos te felicitan y tienes más tiempo para pensar, vuelves a ese estado de alegría de los minutos posteriores a la victoria en el Mundial. Te sientes orgulloso de poder compartir esa enorme felicidad con los tuyos. Aunque realmente no sé si se puede describir con palabras lo que se siente.