- 08/06/2007
Mucho antes del nacimiento del Mundial de Motociclismo, un grupo de intrépidos motoristas ingleses se lanzó a las carreteras europeas para poder correr en los diferentes circuitos del viejo continente. Eran los inicios del Siglo XX.
Fueron años en los que los primeros apasionados de las motos se lanzaron a la carretera con sus caravanas y, como si de un circo ambulante se tratase, recorrieron los diferentes países europeos en busca de circuitos en los que competir. De esos heroicos años en los que el motociclismo se encontraba en estado embrionario, proviene una de las expresiones más comunes utilizada cuando se hace referencia al Mundial de Motociclismo: el Continental Circus.
En pleno siglo XXI, el Mundial sigue siendo un gran circo, aunque a una escala muchísimo mayor. Actualmente, MotoGP traslada semana a semana, por toda la geografía del globo, una estructura mucho más compleja, para que los pilotos de nuestros días se midan a sus rivales frente a millones de espectadores. Y como un buen circo, casi tan frenética como la actividad que se ve de puertas a fuera es la actividad que se cuece entre bastidores.
La actividad empieza mucho antes de que los semáforos rojos se apaguen el domingo al mediodía, y Dani Pedrosa y Nicky Hayden expriman al máximo el acelerador de sus RC212V. El borboteo empieza el martes anterior a la carrera, con la llegada al circuito de los camiones que trasladan las toneladas de material que hacen realidad la magia del Mundial. El miércoles por la mañana, el IRTA -asociación que representa los intereses de los equipos del Mundial-, organiza el acceso de todos los camiones al circuito. Posteriormente, los miembros del Repsol Honda Team empiezan a montar el escenario en el que tendrá lugar toda la actividad los siguientes días: los inconfundibles boxes de color naranja y el hospitality en el que los miembros del equipo comen y cenan los días que dura la competición.
Antes del inicio del primer acto con los entrenamientos libres del viernes, el jueves toca ultimar todos los preparativos. Mientras los mecánicos y miembros del equipo terminan apresurados el montaje del hospitality y revisan pieza por pieza todas las motos, los pilotos acuden a los diferentes compromisos con la prensa, patrocinadores y aficionados. Es un día en el que, pese a no dar ni una sola vuelta, los pilotos ya están trabajando en el circuito y todos sus mecánicos preparan y repasan todos los reglajes que prevén que se necesitarán para ese Gran Premio. El objetivo es tener las ideas claras en el momento en el que un piloto pida un cambio, gracias a los datos de las carreras anteriores. Una de las tareas más importantes para los pilotos es la reunión con los técnicos de Michelin, reunión en la que escogerán los neumáticos que deberán usar durante todo el fin semana. A menudo también deben acudir al box para ultimar, junto a los ingenieros, algunas especificaciones en las motos de cara al Gran Premio. Ese trabajo en el box el piloto debe combinarlo siempre con las entrevistas, ruedas de prensa y momentos específicamente reservados para poder atender a los fans, que llenan una parte menos visible de la agenda de los pilotos, pero igualmente importante.
MAXIMA TENSION, COMIENZA LA DIVERSION
La intensidad sin embargo sube de golpe con los entrenamientos del viernes y el sábado, momento en el que ya todos deben estar preparados para dar el máximo durante cuatro tandas de entrenamientos. Es el momento en el que técnicos de suspensiones, de neumáticos, telemétricos, mecánicos, y demás miembros del equipo técnico de HRC se esfuerzan al máximo para dar a Dani Pedrosa y Nicky Hayden aquello que necesitan en cada preciso instante. El objetivo de estas dos jornadas de entrenamientos es poner a punto la moto en función de las particularidades del circuito, para conseguir un ritmo constante y para conseguir una buena clasificación para la parrilla de salida del domingo en el entrenamiento clasificatorio.
El último entrenamiento del sábado es un momento clave para preparar la carrera. Los pilotos realizan, durante la hora de entrenamientos cronometrados de la que disponen, tandas de unas seis vueltas para intentar encontrar un ritmo de carrera consistente. Se trata de hacer las últimas pruebas para la elección del neumático que montarán para la carrera, un elemento clave para tener opciones a la victoria. Finalmente, es el momento de quemar los últimos cartuchos en busca de una única vuelta al límite, para conseguir una buena posición en la parrilla de salida. Para ello, el subministrador oficial del equipo, Michelin, tiene unos neumáticos especiales que ofrecen un extraordinario agarre durante únicamente una vuelta. Los pilotos disponen de un par de juegos de estos llamados “neumáticos de calificación”, para conseguir parar el crono antes que sus rivales.
Como en toda obra de teatro, antes de subir el telón, o lo que es lo mismo, antes de que se apaguen los semáforos, hay un ensayo general. El domingo por la mañana tiene lugar el “warm-up”, una última tanda de entrenamientos de veinticinco minutos permite ultimar los relajes de las motos, teniendo en cuenta las condiciones en las que se espera que esté la pista para ese día. A partir de ese momento, ya sólo quedan poco más de tres horas para el inicio de la carrera. Son los últimos momentos en los que los pilotos aprovechan para comer algo, mirar las carreras de 125cc y 250cc, cambiarse, y prepararse para salir a la pista.
ESPECTACULO EN ESTADO PURO
Finalmente, el domingo a las dos ya está todo dispuesto para el momento de la verdad. Es el momento en que todo lo que gira alrededor del Continental Circus cobra sentido con la carrera de la categoría reina. Los semáforos rojos se apagan, la adrenalina se dispara y el espectáculo arranca. Casi una hora de intensas emociones en las que los pilotos culminan el trabajo de todo un equipo que les empuja. En el box del Repsol Honda Team, la actividad no cesa del todo. La tensión se centra en seguir las evoluciones de Nicky y Dani, prepararse para posibles imprevistos como puede ser la aparición de la lluvia, y comunicarles gracias a la pizarra la evolución de la carrera.
La suerte está echada y es el momento del todo o nada, el momento de dar el máximo para pasar bajo la bandera de cuadros y recoger los frutos del intenso trabajo realizado. Entonces, cuando todo ha terminado, cuando los motores han dejado de rugir, los aficionados han abandonado el trazado, y los equipos repiten el ritual de recoger los boxes, la caravana vuelve a ponerse en marcha con destino al siguiente circuito, en el que dentro de unos días la función arrancará de nuevo.