Hace treinta años arrancó una de las últimas grandes aventuras que aún perduran en pleno siglo XXI. Cuando Thierry Sabine creó el Paris Dakar, nació una de las carreras más duras del mundo, una prueba extrema que a lo largo de los últimos treinta años ha exigido el máximo de los hombres, mujeres y máquinas que se han aventurado a participar. Desde entonces, pilotos como Nani Roma, Stéphane Peterhansel o Marc Coma, han recorrido miles de kilómetros a través de desiertos, montañas, arena, polvo, ríos, barro y todos los obstáculos inimaginables entre París, Granada, Barcelona o Lisboa, y Dakar, capital de Senegal, y su mágico Lago Rosa.
Tras un año de ausencia, la carrera cambia de Continente y deja África por primera vez en su historia, para cruzar el Atlántico y renacer en Argentina y Chile. Sin embargo, el Dakar sigue siendo el Dakar, y la exigencia y dureza de una carrera extrema volverán a estar presentes en su cita anual, a primeros de año. Casi 10.000 kilómetros atravesando las pistas de la Pampa Argentina, Patagonia, el desierto de Atacama o la cordillera de los Andes, harán una vez más de la preparación física un aspecto clave en esta prueba. El invitado especial para esta edición será además la altitud, que con etapas andinas a más de 3.000 metros, aportan nuevas incógnitas a una carrera que por sí misma ya es impredecible.
Para encarar tal reto, los pilotos Repsol llevan meses preparando no sólo sus máquinas, sino que cumplen una preparación física exhaustiva que debe permitir afrontar la carrera con las máximas garantías. En el Team Repsol Mitsubishi Ralliart han incluido incluso dos stages físicos en Francia -en Bretaña y en las montañas del Jura, junto a la frontera suiza-, en los que han tenido sesiones de ciclismo, vela, footing y esquí de fondo, así como trabajo en el gimnasio con estiramientos y algo de pesas, para reforzar a nivel muscular las zonas que reciben los violentos choques producidos al conducir a tanta velocidad, en saltos y demás, como en el cuello, las cervicales y la zona lumbar.
Es básicamente un trabajo aeróbico destinado a mejorar la resistencia en las duras etapas del Dakar, una preparación que en el caso de los pilotos del Team Repsol KTM se puede realizar encima de la propia moto, cuyo pilotaje es siempre mucho más exigente. Largas jornadas para practicar la navegación con roadbook, que pueden llegar a ser de cinco horas rodando, o tandas más cortas -de una o dos horas- en circuitos exigentes tipo cross o enduro, que permiten a Coma, Viladoms y Farrés mantener una buena forma física.
Sin embargo, a medida que se acerca el inicio de la carrera, la precaución dicta reducir las horas al manillar y buscar formas alternativas y menos peligrosas, como la bicicleta de montaña y de carretera, o el trial, ya que una lesión por estas fechas puede comprometer la participación en la carrera. Lo importante de la preparación física es poder hacer toda la carga de entrenamiento de forma continuada en el tiempo, y no dejar muchos intervalos en los que se reduzca de forma importante el nivel de trabajo, y en cambio pasar otros periodos de carga excesiva, para intentar recuperar el tiempo perdido. Se trata de acostumbrar el cuerpo de forma progresiva y continua.
Teniendo en cuenta las condiciones que van a encontrar en el Dakar sudamericano, todos los pilotos se están preparando de forma especial de cara a las etapas que disputarán en altitud, ya que si bien nadie cree que vaya a ser un factor determinante, no conviene dejar cabos sueltos y la experiencia dicta anticiparse a cualquier situación. Los problemas de la altitud pueden llegar a partir de los 3.000 metros, cuando se puede producir una hipoxia, es decir, una falta de oxígeno en el organismo. Esto pasa porque a mayor altitud respecto al nivel del mar se reduce la presión atmosférica, y se hace más difícil que el oxígeno pase del aire inspirado a la sangre. Debido a ello es necesario inspirar más veces y se requieren más pulsaciones para transportar la misma cantidad de oxigeno.
Existen diferentes formas para adaptación a ello. Marc Coma, por ejemplo, duerme en una cámara hipóxica, similar a una tienda de campaña en la que mete su cama, y donde se puede controlar la concentración de oxígeno en el aire para simular la altitud. Jordi Viladoms ha preferido optar por una máscara en la que puede igualmente respirar un aire en el que se ha regulado la concentración de oxígeno. Cada mañana, Viladoms dedica una hora a realizar diferentes tandas de cinco minutos con esa máscara. Nani Roma en cambio, ha optado por una vía más tradicional y ha dedicado varios días de entrenamiento, tanto en Sierra Nevada como en Francia, durmiendo en altitud.
Son diferentes opciones con un mismo resultado: estimular la adaptación del cuerpo a la altitud, para de esta forma, poder oxigenar adecuadamente la musculatura en momentos de ejercicio extremo, independientemente del cambio de las circunstancias.
A dos semanas vista de la gran cita, los pilotos Repsol han ido rebajando la intensidad de los entrenamientos, ya que es importante asimilar bien todo el trabajo hecho. Seguirán haciendo mantenimiento, pero las cargas más importantes ya están realizadas y ahora toca descansar y acumular todas las fuerzas disponibles. Son dos semanas para comer bien y disfrutar rodeados de los suyos, y reunir toda la fuerza física y moral necesaria para el gran reto que empezará el 3 de enero en Buenos Aires.