En 1992, el valenciano Pepe Amau llegaba como nuevo técnico del Equipo Repsol, reemplazando al especialista italiano Francchino Tunzi, fiel jefe-mecánico de Vilariño durante casi seis temporadas. Con nuevos complementos aerodinámicos en el veterano chasis de la Lola T298, Vilariño realizaba una temporada sin tacha, alcanzando un total de siete victorias en Rechberg, Falperra, Jaizkíbel, Mecsek, Ecce Homo, Sestriere y Les Rangiers, estableciendo siete nuevos récords sobre el total de doce pruebas puntuables. Sencillamente Impresionante. Egozkue lograba la tercera plaza detrás de Stenger.
La temporada de 1993 fue también buena a nivel de resultados aislados, consiguiéndose tres nuevos triunfos en Rechberg, Andorra y Les Rangiers y otros cinco récords absolutos (en las ya citadas más Falperra y Ecce Homo), pero una serle de problemas en varias carreras acabaron por dar al traste con el temple de Vilariño que perdió el título a manos de Egozkue cuando se lo jugaba todo a una sola carta en la última carrera en El Fito; una tremenda salida de pista en la que incluso resultaban levemente heridos un par de espectadores, daba al traste con sus aspiraciones desde la segunda manga de entrenamientos del sábado ya que la barqueta quedaba totalmente destrozada y el tetracampeón de Europa se veía imposibilitado de tomar la salida. El título iba a parar a las manos de Pancho Egozkue, que se proclamaba así campeón de Europa por vez primera, delante de Joan Vinyes Jr., excelente con la barqueta.
Obligado a renovar el material, el Equipo Repsol optaba por adquirir un novedoso chasis Norma procedente de los circuitos franceses, pero que se iba a mostrar inadecuado para los trazados montañosos. Para colmo, el motor Ford Cosworth realizado por Mader a partir de un bloque procedente de la F1 con dos cilindros anulados, se mostraba demasiado puntiagudo y pronto era reemplazado por un BMW convencional. La temporada no arrojaba los resultados apetecidos, y Vilariño tan sólo conseguía imponerse (aparte de ganar en España en Santo Emiliano y La Bien Aparecida) en la Impresionante prueba suiza de St. Ursan-ne-Les Rangiers, una de las más rápidas de todo el campeonato. Allí Vilariño establecía un nuevo récord que, dos años más tarde aún permanecía imbatido, pero ésta sería la única satisfacción de una temporada para el olvido, que supuso el fin de la actividad de Repsol en el Campeonato de Europa. Egozkue se adjudicaba el título continental por segundo año consecutivo, siendo de nuevo segundo Vinyes Jr.