Las discrepancias a tres bandas entre Carlos Sainz, Repsol y Ove Andersson, máximo responsable del Toyota Team Europe acabaron con la salida del piloto español del equipo en el que se había formado y madurado. Fue algo que todas las partes acabarían lamentando después, y que el destino volvería a unir aunque fuese por unos días tres años más tarde.
Carlos Sainz llamó a la puerta de Lancia, el equipo al que acababa de derrotar y la puerta se abrió aunque posteriormente se comprobó que no del todo. Aunque el piloto español sólo pudo ser decimocuarto en el Rally de Montecarlo y su nuevo compañero, el italiano Andrea Aghini no pudo pasar la Etapa Común, el balance no fue malo. Una placa de hielo que no constaba en sus notas dejó bastante maltrecho su Lancia HF Integrale, pero sus mecánicos hicieron honor a su fama y dejaron su vehículo en condiciones que, de no haber sido por el accidente, Sainz podía haber acabado segundo.
En Portugal, un mes más tarde, el madrileño fue de nuevo triste protagonista, aunque Aghini subiera al tercer escalón del podio. Algo no estaba funcionando según lo previsto. Las solicitudes técnicas de Sainz parecían perderse entre los papeles en Abarth y el Integrale HF seguía sin evolucionar. Donde mejor pudo comprobarlo Sainz en sus propias carnes, fue en Córcega donde tan sólo pudo ser cuarto y comprobar cómo el segundo coche del equipo calzado por PireMi era claramente más rápido que el suyo. Sólo la fiabilidad del Lancia HF Integrale fue responsable del que, a la postre, sería su mejor resultado dentro del equipo italiano, la segunda posición en el Rally Acrópolis.
La debacle de los Toyota, Subaru y en parte de Ford, salvó temporalmente la cara a los responsables. La nota más triste del año llegó en Argentina donde el Lancia de Sainz tan sólo pudo completar un par de kilómetros tras romper el motor, finalizando el uruguayo Gustavo Trelles en cuarta posición con el segundo coche del equipo. En Nueva Zelanda, Carlos Sainz dispuso de algunas mejoras y estuvo luchando por el triunfo a pesar de acabar en cuarta posición, pero la desmotivación había cundido tanto en el madrileño como en los miembros del equipo.
Fue el último resultado obtenido por Carlos Sainz con el equipo Lancia. En Australia, el piloto español tuvo que retirarse al sufrir un accidente a las primeras de cambio. En Italia, Sainz acabó en segunda posición tras el Ford privado de Gianfranco Cúnico en una prueba sobre la que se abatió la mala climatología, pero fue finalmente excluido tras verificarse la utilización de gasolina no permitida. Y para colmo en España, después de cambiar de marca de neumáticos a última hora, la electrónica le jugaba una mala pasada y le dejaba sin completar siquiera la primera etapa, pasando Sainz a preocuparse a partir de ese momento en qué equipo correr la siguiente temporada.