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Cto. del Mundo de Rallies: 1995, con Subaru, intento tras intento

En el seno del equipo Subaru, el 94 había dejado claro dos cosas: que el Impreza podría ser el coche a batir en el 95, y que Colin McRae, había aprendido ya mucho. Los acuerdos Repsol-Prodrive se renovaban en toda su amplitud, aunque probablemente no se entrara en puntualizaciones muy profundas, respecto a la prioridad de sus dos pilotos Sainz y McRae, o McRae y Sainz.

 

En cualquier caso íbamos a asistir también a una temporada vibrante. Una temporada que empezaba con la victoria de Carlos Sainz y Luis Moya en el Rally de Montecarlo. Victoria muy calculada y que se fue tejiendo desde los primeros tramos en los que sobresalieron los errores de casi todos los pilotos llamados a alcanzar el primer peladaño del pódium en la llegada al puerto de Montecarlo. Pilotos como McRae, Auriol, etc., terminaban fuera de la carretera antes de lo previsto, y pilotos como Juha Kankkunen, Tommi Makinen o Bruno Thiry se quedaban a verlas venir por fallos mecánicos o errores en la elección de los neumáticos. Tan sólo Carlos Sainz y François Delecour parecieron estar llamados a la atractiva y a veces fatal, noche del Turini. Una noche y un tramo, que de nuevo fue juez en el desarrollo de la 63 edición del Rally de Montecarlo. Allí, y a pesar de un gato negro, Sainz y Luis Moya estuvieron de nuevo inconmensurables, relegando a François Delecour a la segunda posición.
Para Sainz y Subaru, segundo constructor japonés, que imponía su mecánica en la célebre prueba monegasca, la temporada no pudo empezar mejor.

 

Pero inicio tan brillante, iba a verse interrumpido por la «catástrofe» del equipo Prodrive en Suecia. Un rally al que Carlos Sainz y Luis Moya acudían por primera vez, un terreno complicado o por lo menos diferente, como es la nieve y el hielo. Ello no les iba a incomodar y desde el primer tramo sus cronos fueron mucho mejor de lo que podía esperarse; tan es así que su clasificación a mitad de rally, sorprendía a propios y extraños.

Pero desafortunadamente la mecánica, nunca mejor dicho, «hizo hielo» y debido a las bajas temperaturas reinantes, problemas técnicos llevaron a los motores, no sólo el de Sainz si no el de los tres Subaru (McRae y Jonsson), a la rotura. El Rally de Portugal supuso, sin embargo, la vuelta al primer plano de Carlos Sainz y su Subaru-Repsol. Durante la primera etapa, Sainz llevó la voz cantante, cuando por seis segundos se imponía a Kankkunen. Durante la segunda, las tornas se invertían y era ahora Kankkunen quien por la misma diferencia superaba al español.

 

La victoria final iba a jugarse en las sierras de Arganil, y ahí Carlos Sainz en una actuación antològica presionó y presionó al finlandés, que terminaba por cometer un error, perdiendo el rally. Para Carlos Sainz era la segunda victoria de la temporada, que empezaba a tener excelentes visos de cara al título. Visos que iban a cambiar a partir del Tour de Corsé, en donde los motores de los Subaru Impreza no estuvieron a la altura de las circunstancias. El resultado fue la cesión de las tres primeras posiciones a Didier Auriol, vencedor del rally, Bruno Thiry y Andrea Aghini, siendo Carlos Sainz el mejor clasificado, pero no más arriba de un cuarto puesto.

 

Lo que aconteció a partir de Córcega, sería capítulo aparte en la carrera deportiva de Carlos Sainz, cuando una caída de bicicleta, de la que se derivaba una grave lesión en el hombro, lo dejaba apartado temporalmente del campeonato. Un campeonato en el que Colín McRae, tras su victoria en Nueva Zelanda y un posterior segundo puesto en el Rally de Australia, empezaba a tener mucho de su parte, sobre todo después de que Sainz abandonara en Australia a raíz de la rotura del radiador de su Impreza. El final de temporada iba a ser épico, con un primer acto a desarrollar en Cataluña, en donde la rebeldía de McRae, en los acordes finales del rally, tuvieron todo el protagonismo, si bien la victoria recaía finalmente en Sainz. A ello le seguía la exclusión de Toyota, por manipulaciones en el turbo, y anulación de todos los puntos obtenidos por pilotos y marca, con lo cual el Campeonato del Mundo en sus dos vertientes iba a jugarse en el RAC de Inglaterra entre Carlos Sainz y el escocés Colín McRae.

 

Y allí tras lo visto a finales de 1994, era harto difícil que si entonces se había sacrificado un título, por una victoria aislada, ahora que el equipo Subaru y un piloto británico podían tener ambos galardones no se jugara de igual a igual en la ronda final. Y como estaba previsto, Colin alcanzaba el Mundial 95, y Carlos el subcampeonato. Los colores Repsol, su gasolina y aceite, eran de nuevo campeones mundiales.

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