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Cto. del Mundo de Rallies: 1996, empezar de cero

La ligazón tan fuerte entre Repsol y Carlos Sainz por una parte, y por otra, la relación con Prodrive enfriada a todos los niveles, llevaba a entidad petrolera y piloto, a replantear los objetivos de cara a la temporada 1996.
Con Toyota sancionada en competición durante todo un año, con un equipo Mitsubishi que se subía por las ramas a la hora de puntualizar el presupuesto, la única opción viable, aunque supusiera prácticamente arrancar de cero, era Ford y su Escort Cosworth.

 

Un coche que había pasado por momentos muy brillantes, contando en su haber con victorias tan importantes en el Mundial de Rallies, como Montecarlo, Portugal, Córcega, Acrópolis, 1000 Lagos, etc.; en definitiva, un buen potencial con el único pero, achacable a una falta de evolución en los últimos tiempos, en relación con lo que otros equipos habían progresado.

 

De esta nueva asociación Ford-Repsol-Sainz, no se esperaba mucho en este primer año, e inicialmente, se era muy prudente a la hora de anticipar un pronóstico sobre lo que pudiera acontecer a lo largo de la temporada. Pero no hubo nada más que acudir al primer rally del año en Suecia, para que las, en principio, sombrías perspectivas se tornaran en un cúmulo de inmejorables expectativas, cuando Carlos Sainz conseguía en su primera salida con el Ford Escort Cosworth terminar en segunda posición sobre las heladas carreteras suecas. Ello animaba a todos, pero la realidad, nos hacía pisar tierra, cuando el coche apenas aguantaba unos cientos de kilómetros en el duro Rally Safari.

 

Pero de nuevo vibrábamos en Indonesia cuando Carlos Sainz y Luis Moya alcanzaban una victoria que, por inesperada, nos dejaba un tanto descolocados. Que al tercer rally de la temporada, con un coche y un equipo nuevo se consiguiera ya ganar, no dejaba de producir cierto asombro, aunque bien es verdad, que en la cita indonesa primó sobre todo el talante y arrojo de los pilotos Repsol, frente a una continua sucesión de errores de sus rivales.
Para el Rally Acrópolis, a principios del mes de junio, hubo que poner de nuevo los pies en la tierra y admitir, que en terrenos muy concretos, a la mecánica Ford le faltaba esa media vuelta más de rosca, para estar a la altura de un Subaru o un Mitsubishi, que con Tommi Makinen y Colin McRae y conforme la temporada avanzaba se iban a ir repartiendo las victorias. En Argentina, con un segundo puesto, tras un inamovible Makinen, se seguía teniendo opciones al título, opciones que prácticamente desaparecían en el 1000 Lagos, donde Carlos Sainz, cosechaba el segundo abandono de la temporada.

 

A partir de finales de agosto, con la victoria de Makinen en su tierra, que además era la cuarta de la temporada, para Sainz y el equipo Ford Repsol, el resto de citas debía contarse por victorias, que en ningún caso llegaban.
Así pues, un tercer puesto en Australia, donde Tommi Makinen se coronaba Campeón del Mundo, un segundo en San Remo y el abandono en la cita que cerraba la temporada, en Cataluña, daban al traste con una temporada de la que en principio, y del nuevo equipo Ford-Repsol, no se esperaba nada; que después, la magia de Carlos Sainz, nos hizo esperarlo todo y que, al final, la realidad de los resultados, nos llevó a la conclusión de las dificultades que entraña y el reto que supone ganar un Campeonato del Mundo de rallies.

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