Roma se ha afianzado algo más tras esta especial, pero el Dakar, como dicen los que suman ya unos cuantos, tiene dos caras, y hoy te sonríe pero tal vez mañana no lo haga. Conscientes de ello, en el equipo nadie quiere hablar de victoria o ni tan siquiera de Dakar. Estamos aquí, viviendo el presente, y cumpliendo cada uno con sus obligaciones de la mejor manera que te permite hacerlo el hostil entorno en el que nos encontramos.
Hoy han sido 800 kilómetros de enlace, ayer fueron otros 800 y tuvimos que hacer noche en un campamento improvisado que montamos a pie de carretera. La etapa de ayer fue maratón, así que las asistencias estaban prohibidas hasta hoy viernes. Ello nos ha obligado a recorrer 1.550 kilómetros en dos días para llegar a Nema, todavía en Mauritania, y encontrarnos aquí de nuevo con Nani, Isidre y Marc. En uno de los dos Nissan Patrol GR preparados para este duro rallye viajan David, mecánico de Esteve y más conocido como «Pelut» por su pelo largo, Alejandro, mecánico de Marc, Manel, mecánico de Nani, y Jordi, el fisioterapeuta.
En el segundo coche está el italiano Roberto, mecánico de De Gavardo, Giorgio, padre del piloto chileno, Jordi Arcarons, team manager, y David, el responsable de prensa. Mientras los pilotos son los protagonistas de la prueba, las asistencias hacen también su carrera, también dura y complicada. Muchos kilómetros, pocas horas de sueño, prisas e interminables horas de trabajo. Mientras los pilotos realizan la especial del día, las asistencias parten del mismo vivoauc y se dirigen al punto de final de etapa, donde llegarán algunos veces antes y otras más tarde que Nani, Esteve y Coma. Una vez allí, los mecánicos desmontan las motos y rehacen lo que parece imposible para dejar todo listo para la siguiente jornada. Mientras, los pilotos revisan el «road book» o libro de ruta del siguiente día, son atendidos por el «fisio» Jordi, cenan y poco más. Las noches son cortas, pero los tres intentan dormir un mínimo de cuatro o cinco horas.
Aunque muy cerca en el tiempo, sólo fue hace dos días cuando vivimos la dura jornada de Tan Tan – Atar en la que dejamos atrás Marruecos para adentrarnos en Mauritania, parece que ya quede en un pasado muy lejano la durísima etapa del pasado miércoles. Y es que el Dakar discurre a un ritmo trepidante y no da respiro a nadie. Pero lo de Tan Tan – Atar seguramente quedará grabado en la memoria de todos los que vivimos esa etapa, tanto para los pilotos como para las asistencias. La etapa era de las que asustaban sólo con leerla en el libro de ruta: 701 kilómetros de especial para los pilotos con otros 354 de enlace, y 1.040 para las asistencias recorriendo parte de los mismos kilómetros de la especial cronometrada.
Siendo como era una etapa tan larga, tuvimos que abandonar el campamento de Tan Tan el mismo martes por la noche, ya en la madrugada del miércoles. A la una de la mañana estábamos ya en la carretera dirección al único paso posible para cruzar de Marruecos a Mauritania, un pasillo minado y muy custodiado por las tropas marroquíes. Tras cuatro horas de viaje llegamos allí, echamos los sacos de dormir al suelo y aprovechamos las tres horas de espera, todavía de noche, para acumular unas horas de sueño. A las siete y en pie y nos trasladamos a la frontera marroquí para esperar nuestro turno. Primero las motos, luego los coches y a continuación los camiones.
Y después de todos ellos, a eso de la una del mediodía, luz verde para las asistencias. Por delante, otras doce horas de viaje: primero pistas rápidas por el desierto de Mauritania, luego zonas más lentas, caminos estrechos, y por último, una sorpresa sumidos ya en la noche. Siguiendo las indicaciones del libro de ruta, la mayoría de las asistencias acabaron adentrándose de lleno en un mar de dunas que acabó atrapando a muchos. El coche con los mecánicos del equipo tuvo más suerte y escapó por un lateral, pero nosotros nos adentramos de lleno y sólo las excelentes manos de Arcarons al volante evitaron que acabáramos haciendo noche en las dunas con las ruedas hundidas en la arena.
Tras llegar al campamento pasada medianoche y comprobar el destrozo que había sufrido la carrera, con una tercera parte de las motos, coches y camiones atrapados en el desierto de Mauritania, todos los que estábamos allí nos dimos cuenta de que las amenazas de Zaniroli, Director Deportivo de la carrera y diseñador del recorrido, de que éste iba a ser uno de los Dakar más duros que se hayan disputado, iban en serio.
Ahora ya es media noche en Mauritania y mañana, tras la anulación de las dos siguientes etapas por problemas de seguridad en Mali, nos dirigiremos a Bobo-Dioulasso, en Burkina Faso, donde disfrutaremos de un merecido descanso. El martes, la carrera recuperará su trepidante ritmo y ya no parará hasta Dakar. Y allí estaremos el próximo domingo 18 de enero