Cuando la década de los sesenta se agotaba, el automovilismo deportivo en España todavía era algo balbuciente. La actividad se limitaba a empeños muy privados, muy personales, que en raras ocasiones contaba con otro apoyo que no fuera el del propio patrimonio del piloto.
Pero el desarrollo industrial de esos años configuraría una nueva visión de las cosas. Por entonces, España empezaba a ser ya un país industrializado y uno de los mejores exponentes de ello eran nuestras refinerías de petróleo y, entre ellas, la Refinería de Petróleos de Escombreras (REPESA), en Cartagena, era el símbolo de la cada vez mayor consolidación industrial en el sector del refino, cuando abordaba la producción y comercialización con marca propia, de gasolina, aceites y lubricantes. Y es que la demanda de un parque automovilístico, que crecía por momentos, exigía mucho.
Repsol sería la marca estrella de REPESA, que en línea con las grandes multinacionales del sector, vio en la competición del motor no sólo uno de los mejores bancos de pruebas para sus productos, sino también una forma idónea de potenciar, dinamizar e incrementar, a través de la asociación con la competición, la imagen de la que, con el tiempo, llegaría a ser la primera empresa petrolera del país.
Fue a finales de 1968 cuando se puso la primera piedra, que posteriormente daría paso a la cimentación de la futura Escudería Repsol. En ello un hombre fue clave, Jesús Sainz, vicepresidente del Real Automóvil Club de España. Jesús fue el primero en ir dando forma a la asociación de un productor de derivados del petróleo, REPESA, con un equipo de carreras. Junto con el Conde de Villapadierna, Presidente de la Federación Española de Automovilismo, se contactaba con la escudería italiana Jolly Club, de la que era presidente Paolo de Leonibus, siendo Roberto Angiolini el responsable de la actividad deportiva, quien a la postre iba a ser el alma mater del Jolly Club.
Por los años 1964, 1965, la Jolly Club, con sus Alfas y Lancias, era regularmente invitada a participar en los rallies gallegos. Para los italianos, correr el Rías Bajas o el Rías Altas era una mezcla de vacaciones con el ejercicio deportivo, pero su presencia en España, sirvió para ir acercando su organización a los pilotos españoles que más despuntaban en aquellos momentos: Jaime Lazcano, Alberto Ruiz Giménez, Eladio Doncel, etc. Unas relaciones cada vez más estrechas, que iban a tomar cuerpo definitivamente en el mes de febrero de 1969.
En aquel año, el RACE (Real Automóvil Club de España) con su presidente Gil de Reboleño y sobre todo su vicepresidente a la cabeza, Jesús Sainz, y con el apoyo institucional de la Federación Española, hacían llegar a la presidencia de REPESA, cuyo presidente era por entonces Luis Valero Bermejo, el proyecto de un equipo de competición patrocinado por Repsol; proyecto, que oportunamente avalado también por Carlos Sánchez Sicilia, a la sazón vicepresidente de REPESA, abordaba diferentes campeonatos de España, configurando un programa que abarcaba desde los rallies a las subidas en cuesta, y el campeonato de velocidad en circuito.
Firmado el acuerdo con REPESA, como principal y en la práctica único patrocinador de la nueva Escudería Repsol, la parte técnica, aportación de coches, infraestructura, mantenimiento, asistencia, etc., se confiaba al Jolly Club. Fue, por consiguiente, en los años 1969 y parte de 1970, cuando, en los Alfa Romeo, Lancia Fulvia HF, y posteriormente en algún que otro Porsche, lució por primera vez el logotipo de Repsol sobre un coche de competición; la célebre R en blanco, sobre fondo azul marino, que conformaba el centro de una diana rodeada de un aro blanco y otro exterior en rojo, mientras que sobre las aletas delanteras se podía leer la inscripción en blanco, Repsol Jolly Club. Pero, ¿quiénes iban a ser los primeros pilotos de la recién puesta en marcha Escudería Repsol?