En 1970 se arrancó con nuevos planteamientos, y es que las relaciones con el Jolly Club cuando la temporada del 69 finalizaba, y en la que quizá se intentó abarcar demasiado, no eran especialmente saludables. Por otra parte, los Lancia HF ya no resultaban tan competitivos, y sí los Porsche 911, que eran los coches que encabezan prácticamente todas las clasificaciones de los rallies de aquellos años, tanto en campeonato mundial como en el certamen europeo. De hecho, Porsche lograba, entre otras, tres victorias consecutivas en los rallies de Montecarlo de 1968, 1969 y 1970, con Vic Elford y Björn Waldegaard al volante.
El Porsche 911 era el coche del momento, REPESA iba a más, y su marca Repsol hacía tiempo ya que disputaba el liderazgo en ventas, a marcas rivales. Parecía, por consiguiente, llegado el momento de dar un giro de 360° a la Escudería Repsol, y acometer la temporada 1970 con todas las de la ley. En 1970, Luis Valero Bermejo, presidente de REPESA, insta a Eladio Doncel, para que le presente un presupuesto que permita a la Escudería Repsol afrontar la temporada de 1970, con plenas garantías. Al mismo tiempo propone a Doncel como director de la Escudería. Con Andrés Giménez Calderón, también como hombre punta de la Escudería Repsol el programa para 1970 quedó primordialmente fijado en el Campeonato de España de Rallies y en las pruebas de velocidad en circuito. El presupuesto, que para su aprobación se presentaba a principios de año en REPESA, era de 8.500.000 pesetas, al que la dirección de la petrolera daba el visto bueno.
En esa cifra se contemplaba todo: desde la adquisición de dos Porsche 911-S, para rallies; la compra de un BMW 2002 Ti para circuitos, y un Porsche 908 para subidas en cuesta y diferentes participaciones en pista, a la compra de vehículos de asistencia y la cobertura de primas, sueldos y gastos ordinarios de funcionamiento. Por aquellos años, el coste de un Porsche 911-S en fábrica, recién salido de la cadena de montaje y listo para rodar por la calle, se situaba en torno a las 500.000 pesetas. Aparte, había que realizar la preparación específica para rallies, que no era especialmente significativa ya que atañía casi exclusivamente a la suspensión, doble encendido para el motor, depósito especial de gasolina, con capacidad de 100 litros, equipamiento interior (cinturones de seguridad, baquets), y poco más, pero que curiosamente costaba más que el coche, ya que la preparación, y con facturas de la época por delante, se situaba en 550.000 pesetas.