Los mecánicos de Marc Márquez unen esfuerzos con el Bicampeón del Mundo en cada Gran Premio para encontrar la sintonía perfecta entre el piloto y su máquina.
Durante las cinco sesiones de entrenamientos de cada Gran Premio del Mundial de Motociclismo, Marc Márquez y sus mecánicos trabajan codo con codo en la puesta a punto de su montura. Pero ¿en qué consiste exactamente la puesta a punto? Se trata de una labor conjunta que llevan a cabo el piloto Repsol y sus técnicos con el objetivo de configurar la moto para obtener el máximo rendimiento en función de los distintos circuitos y las condiciones climatológicas del momento.
Cada viernes de Gran Premio, Marc Márquez y su equipo inician un largo camino lleno de pruebas, cambios y ensayos encaminados a obtener los mejores ajustes en la moto. Al arrancar los entrenamientos, los mecánicos del piloto Repsol no parten de cero, ya que, como indica Santi Hernández, su director técnico, «conociendo la información que tenemos del año pasado o de los test, arrancamos siempre de una base». El trabajo empieza un día antes, el jueves, analizando esa valiosa información a partir de la cual empezar a adaptar la moto a las características de cada circuito. «Si estamos en un circuito de fuertes frenadas, empezaremos a trabajar con una moto que sea lo más estable posible a la hora de frenar», apunta el técnico, «siempre teniendo en cuenta si ese fin de semana la pista está mojada, si tiene mucho o poco agarre…».
Sin embargo, realizar estos ajustes no es tarea fácil, ya que cualquier modificación de un reglaje puede afectar el comportamiento de otro componente de la moto y llegar a ser contraproducente. «Variando la geometría de la moto, puedes facilitar el giro pero al mismo tiempo perder en estabilidad de frenada», ejemplifica Santi Hernández. Así que, igual que el director de una orquesta crea armonía entre todos los instrumentos, el objetivo del equipo de mecánicos es encontrar un equilibrio entre todos los elementos que permita a Márquez pilotar lo más cómodo posible, para poder así exprimir al máximo las prestaciones de su moto.
Durante todo este proceso, el piloto cumple la función de comprobar que realmente cada cambio realizado en la configuración supone un paso hacia delante en la puesta a punto o no. Después de cada salida a pista de Márquez, Santi Hernández ejerce el rol de conector entre Marc y su montura. Él es el encargado de escuchar —siempre en inglés— las sensaciones del piloto sobre la moto, para después procesar esa información y establecer los ajustes de chasis, suspensiones y basculante, entre otros elementos, para avanzar en la puesta a punto de la moto y para obtener el mayor rendimiento posible de la misma en la pista.
A través de este largo camino, el equipo técnico cuenta con un gran aliado, la telemetría. Esta tecnología permite medir valores como la frenada, comportamiento de la suspensión delantera o trasera, la aceleración o cuánto derrapa la rueda trasera, gracias a los numerosos sensores que se colocan en la moto y que permiten controlar en una pantalla de ordenador 117 parámetros en el caso de la Moto2 de Marc Márquez. Los hombres del piloto Repsol cuentan incluso con programas informáticos que permiten simular los cambios que se prevén realizar y observar así qué consecuencias acarrearía para el pilotaje de la moto.
Finalmente, el domingo llega la culminación de este proceso. Tras los últimos retoques el domingo durante el warm-up y finalmente en la misma parrilla de salida, los mecánicos vuelven al box y dejan a Marc Márquez sobre su moto, concentrado, y a la espera para arrancar y poner a prueba el trabajo realizado durante el intenso fin de semana.