La temporada 1990 significó un auténtico mazazo para las aspiraciones de Repsol y de Jesús Pareja. El equipo Brun demostró que había perdido totalmente el rumbo, y el Porsche 962 se mostró como un coche claramente desfasado. La actuación del equipo Repsol Brun Motorsport se resume en pocas líneas. De las nueve carreras con que contaba el campeonato, Jesús Pareja y Walter Brun abandonaron en seis de ellas: Suzuka, Monza, Spa, Nurburgring, Montreal y México. De las tres en las que finalizaron, Silverstone, Dijon y Donington, tan sólo lo hicieron entre los diez primeros en Silverstone, donde acabaron séptimos. El campeonato volvió a ser un paseo para Sauber Mercedes y Jean Louis Schlesser, que compartió su segundo título con Mauro Baldi. De todas maneras, en la actuación de Jesús Pareja y de Repsol hubo dos momentos del año que conviene recordar. El primero de ellos fue las 24 Horas de Le Mans. Pareja, Larrauri y Brun compartían un Porsche que, milagrosamente, contaba con una puesta a punto perfecta. Ocuparon la primera línea de parrilla de salida junto a uno de los Nissan que, con los Jaguar, eran favoritos para ganar la prueba.
Larrauri tomó la salida y, tras estudiar a Julián Bailey durante las tres primeras vueltas, le adelantó en la cuarta poniendo al Porsche Repsol en primera posición. Así, la repercusión de la imagen de Repsol compensó por el esfuerzo hecho desde 1987. Todas las televisiones tuvieron al Porsche de Pareja como protagonista de sus retransmisiones, y la prensa abrió sus ediciones con el coche español a toda página. Sin embargo, las cosas se complicaban inesperadamente al sufrir graves problemas de estómago Oscar Larrauri y contar Pareja con el pobre concurso de su jefe de filas, Walter Brun, mucho más lento. A pesar de todo, y aunque ya no eran líderes de la prueba, se movieron entre las cuatro primeras posiciones durante todo el tiempo. La noche, en la que Pareja siempre había demostrado ser un auténtico especialista, fue suya. Su espléndida actuación hizo que en la madrugada del domingo el Porsche fuera en segundo lugar tras uno de los Jaguar. A base de coraje y de resistencia, Jesús Pareja siguió conduciendo, relevado ocasionalmente por Brun, hasta el final.
Cuando quedaba tan sólo media hora seguía segundo, pero el Jaguar de cabeza sólo contaba con dos velocidades en su caja de cambios. La victoria estaba al alcance de la mano, pues en cada vuelta el Porsche Repsol se acercaba más al Jaguar.
Sin embargo, el destino no quiso que la gloria acompañase a una actuación sin tacha. Cuando sólo quedaban quince minutos el Porsche conducido por Jesús Pareja se paraba en Mulsanne. Los más de cien mil espectadores presentes en el circuito pudieron ver por las pantallas gigantes colocadas en muchos puntos del mismo cómo Pareja era presa de la desesperación por no poder arreglar su coche. Era el abandono. Todo se había acabado y, aunque el Jaguar resistió, un segundo puesto hubiera sido la culminación de la carrera deportiva de Pareja y la recompensa a Repsol; un patrocinador fiel en una temporada que hasta entonces no había dado ningún fruto. Pareja estableció un récord personal, al estar subido en el coche un total de 12 horas, algo inusual pero que demostró el porqué era considerado uno de los mejores especialistas en la mítica prueba francesa.
El otro momento clave de la temporada fue la carrera de Montreal. En ella, al romperse el Porsche Repsol, Brun colocó a Pareja en el coche de Bernard Santal, que no llevaba los colores de Repsol. Con Jesús a su volante, el Porsche «tropezó» con una alcantarilla cuya tapa había sido ya arrancada por otro participante. El accidente fue inevitable y el coche se incendió en milésimas de segundo. Pareja pudo salir por su propio pie, pero con algunas quemaduras en la cara. Las imágenes del coche en llamas hablan a las claras de que Pareja se salvó de milagro.