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Resistencia y GTs: la experiencia LOLA

El año 1992 iba a ser el que significase la muerte definitiva del llamado entonces Campeonato Mundial de Vehículos Sport (WSC), antes denominado de Sport Prototipos cuando, en realidad la nomenclatura más correcta fue siempre la de «Resistencia». Porsche tiró la toalla finalizada la temporada anterior, pues su modelo 962 ya no servía para otra cosa que para figurar en los museos frente a los nuevos coches del estilo de los Peugeot o de los Toyota. Pero Jesús Pareja no se quedó sin volante, al ser contactado por el equipo Euroracing Lola del holandés Charles Zwolsmann. Pareja aceptó y habló con Repsol, que desde el primer momento estuvo dispuesto a ayudarle, aunque no en la cuantía que lo hizo con Brun Motorsport, entre otras cosas porque la situación y la repercusión del campeonato habían cambiado mucho.

A pesar de que el Campeonato del Mundo de Sport Prototipos fue languideciendo hasta su muerte definitiva, los amantes de la categoría siguieron conservando sus valiosos automóviles, haciéndoles correr en otros trofeos como, por ejemplo, la Interserie. Además, no hay que olvidar que las 24 Horas de Le Mans continuaban dejando una puerta abierta a la participación de estos vehículos, que siempre han resultado muy competitivos dentro de la categoría WSPC. De todos formas, la reglamentación había sufrido profundas variaciones. La más evidente era la que afectaba a la configuración y aerodinámica de los vehículos, que ahora debían ser descapotables.

Repsol, fiel a la tradición de los prototipos, siguió tomando parte en estas categorías. A pesar de que, a partir de 1994 se cambió a la clase de los Gran Turismo, no podemos olvidar esporádicas pero brillantes participaciones con prototipos tanto en las carreras que se disputaron en el circuito del Jarama de Madrid, como en las 24 Horas de Le Mans. En estos casos, una vez desaparecida la escudería Brun, fue la alemana Kremer Motorsport la que tomó el relevo. Los hermanos Erwin y Manfred Kremer, con un impresionante palmarés deportivo en el que figuran triunfos en las 24 Horas de Le Mans y de Daytona, tenían preparado su K-8, que no es otro que la evolución de los Porsche 962 en versión descubierta y provistos de los nuevos chasis Thompson de fibra de carbono. El motor, el clásico Porsche de seis cilindros boxer, de doble turbocompresor y las bridas de entradas de aire más o menos restringidas según la legislación al uso.

Tomás Saldaña, a menudo acompañado por Alfonso de Orleans, fue el piloto más rápido de esta clase. La participación en Le Mans a los mando del K-8 se saldó con una rotura de motor al caer la noche, si bien en la carrera de 4 Horas, en el mismo circuito galo en la reunión de otoño de 1996 se consiguió un podio, al igual que en la cita del Jarama. La participación del equipo Repsol-Kremer en las 4 Horas del Jarama de finales de 1997 fue más positiva, al lograr una tercera y una sexta posición de los dos vehículos gemelos que alineó el equipo. Todas estas carreras constituyeron programas complementarios a los calendarios de las competiciones de GT en donde Saldaña y Orleans corrían con Porsche, pero en vehículos con la carrocería del 911 en distintas versiones de preparación. Pero sus resultados en Gran Turismo ya están recogidos en las siguentes páginas de este libro.

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