Todo el mundo estaba encantado en la meta hoy. Se huele el final del rally. Nos queda el madrugón de esta noche la primera moto sale antes de la una de la madrugada- para hacer el enlace, la especial de mañana -365 kilómetros- y casi casi habremos terminado. La gente está más fastidiada por el frío y la paliza de esta próxima noche, más que por la especial de mañana.
Estas motos no están hechas para ir por carretera, y tampoco estamos preparados para el frío de la noche. Va a ser el último escollo. Porque el tramo del domingo, ya en Sharm El Sheik, es una fiesta. Es como el último día del Tour de Francia, en el que hasta el último está feliz.
El vivac podría ser el de cualquier otro día. Hoy estamos en un sitio en ninguna parte, así que ni siquiera hay posibilidad de ir a afeitarse y darse un agua a un hotel. Pero da igual. Marc está muy contento. Se le ha hecho larguísima la carrera, como a todos, especialmente a los que lo completan por primera vez.
Todos estos días vivimos en una pista de aviones. Acampamos debajo de sus alas, o unos metros más allá, en la tierra. La organización monta unas jaimas grandes para el autoservicio de la cena y el desayuno. Cada mañana hay un trajín de aviones, y siempre hay algún despistado al que todo le sale volando, porque antes de acampar detrás de un avión, hay que saber a qué hora se marchará. Si no, cuando arranca, el enorme viento que provocan los motores hace que todo salga por los aires.
El final de este año es una novedad para todos. Casi siempre se ha llegado al Lago Rosa, en Dakar, y allí todo es conocido y está organizado. Sin embargo, esta vez, no tenemos ni idea de dónde vamos a meternos. Cuando el rally llegó al Cairo, hace tres años, todo fue un caos. La gente se quedó en la calle por el descontrol en los hoteles y la mala organización egipcia.
Todos lo estamos comentando: esperamos que este año esté todo solucionado. Sería un desastre llegar a Sharm El Sheik esperando la ducha y la cama soñada y encontrarse con que hay que dormir en el suelo, en la moqueta de la habitación de un compañero, porque hay overbooking.
Si todo va bien, Marc podrá volver a casa el mismo domingo por la noche. Este año, los premios se entregan en el podio de llegada, por la mañana, así que no hay que esperarse a por la noche, como en Dakar.
Ese avión que regresa a casa siempre huele un poco, porque lleva la ropa de un montón de tíos que han pasado un mes en el desierto con poco agua. Pero nadie lo nota. Volver a casa es el mejor momento del rally.