Pero estos tres días de «parón» obligado apenas hemos podido descansar; el sábado las organización nos preparó un viaje de 900 kilómetros con más de la mitad por pistas, y ayer nos premió con otros 500 pero eso sí, por carretera.
A medida que hemos ido abandonando los países con culturas religiosas más tradicionales, como Marruecos y Mauritania, los lugareños se muestran más abiertos y hospitalarios con nosotros. El domingo por la tarde, a la llegada a la ciudad de Bobo Dioulasso en Burkina Fasso, donde nos encontramos ahora disfrutando de la jornada de descanso, nos sorprendió el recibimiento de la gente. Miles de personas salieron a recibirnos saludando y vitoreando en francés «Le rally, le rally». Estuvo bien, tanto para los pilotos como para las asistencias fue un cálido recibimiento.
En Bobo Dioulasso hemos intentado todos recuperar fuerzas y prepararnos para lo que se nos avecina. Ayer Jordi Arcarons localizó un hotel con unas condiciones higiénicas suficientes para que los pilotos pasaran noche. En el Dakar, una ducha es un bien muy preciado, y nuestro Team Manager quiso recompensarnos después las duras jornadas vividas estos últimos días con la posibilidad de disfrutar de una gratificante ducha. Después de muchas jornadas de polvo, tormentas de arena y suciedad, mucha suciedad, sentirte limpio, aunque sólo sea por unas horas, es una gran recompensa aquí.
Hoy ha sido otra jornada de trabajo para todos nosotros, aunque a otro ritmo. Los mecánicos comenzaron ayer a desmontar las motos y prepararlas para el cambio de motor que se efectúa, según el planning del equipo, en este día de descanso. Mientras, los pilotos se han dedicado a descansar, recuperar fuerzas y horas de sueño, revisar el «roadbook» o libro de ruta de las siguientes etapas, y someterse a las relajantes jornadas de masajes a las que les somete el «fisio»Jordi Esparó. Jordi Arcarons va del hotel al bivouac y del bivouac al hotel, controlando un poco todo lo que sucede y preparando los próximos días con los pilotos.
Tampoco hay descanso para las labores periodísticas, y a pesar de haber cambiado hoy mi particular sala de prensa, organizada improvisadamente en nuestro coche de asistencia, por una carpa de la organización en el aeropuerto militar en el que nos encontramos, por lo demás hoy ha sido un día de poco descanso y mucho movimiento. Envío de fotos, redacción de un comunicado, rueda de prensa con los pilotos en la carpa, y esta noche, toca cena con los periodistas españoles y algunos italianos en el único restaurante decente que hay en la ciudad, el del Hotel Libanese. Será una cena temprana, porque aquí los excesos se pagan caros y mañana algunos de nosotros tenemos que reanudar la actividad a las cuatro de la madrugada. Mañana el Dakar inicia su recta final y nosotros, pilotos, asistencias, mecánicos y periodistas, ya tenemos la mente puesta en la capital de Senegal y en el Lago Rosa.